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16/3/09

¿quién eres?




Si te pregunto ¿quién eres? prbablemente me responderás que tu nombre es tal, que eres hombre o mujer, que tienes tal o cual profesión, que tu edad es... etc, etc, etc...

Ahora, re-lee la pregunta: ¿quién eres? ¿Puedes responderla realmente? ¿Quién eres verdaderamente?

Sucede que para mchas personas no resulta tan sencillo definirse, y no digo describirse, sino definirse a sí mismos, muchos ni siquiera se lo han planteado nunca...

Cierra los ojos, conecta con tigo mism@... ¿quién eres? ¿te animas a responderte?



Os dejo un cuento, sé que es un poco largo, pero merece la pena:
Aquel día Sinclair se levantó como siempre a las 7 de la mañana. Como todos los días, arrastró sus pantuflas hasta el baño y después de ducharse se afeitó y se perfumó. Se vistió con ropa bastante a la moda, como era su costumbre y bajó a la entrada a buscar su correspondencia. Allí se encontró con la primera sorpresa del día: ¡No había cartas!Durante los últimos años su correspondencia había ido en aumento y era una parte importante de su contacto con el mundo. Un poco malhumorado por la noticia de la ausencia de noticias, apuró su habitual desayuno de leche y cereal (como recomendaban los médicos), y salió a la calle.Todo estaba como siempre: los mismos vehículos de siempre transitaban las mismas calles y producían los mismos sonidos en la ciudad, que se quejaba igual que todos los días. Al cruzar la plaza casi tropezó con el profesor Exer, un viejo conocido con quien solía charlar largas horas sobre inútiles planteos metafísicos. Lo saludó con un gesto, pero el profesor pareció no reconocerlo; lo llamó por su nombre pero ya se había alejado y Sinclair pensó que no había alcanzado a escucharlo. El día había empezado mal y parecía que empeoraba con las posibilidades de aburrimiento que flotaban en su ánimo. Decidió volver a casa, a la lectura y la investigación, para esperar las cartas que con seguridad llegarían aumentadas para compensar las no recibidas antes.Esa noche, el hombre no durmió bien y se despertó muy temprano. Bajó y mientras desayunaba comenzó a espiar por la ventana para esperar la llegada del cartero. Por fin lo vio doblar la esquina, su corazón dio un salto. Sin embargo el cartero pasó frente a su casa sin detenerse. Sinclair salió y llamó al cartero para confirmar que no había cartas para él. El empleado le aseguró que nada había en su bolso para ese domicilio y le confirmó que no había ninguna huelga de correos, ni problemas en la distribución de cartas de la ciudad.Lejos de tranquilizarlo, esto lo preocupó más todavía.Algo estaba pasando y él debía averiguarlo. Buscó una chaqueta y se dirigió a casa de su amigo Mario. Apenas llegó, se hizo anunciar por el mayordomo y esperó en la sala de estar a su amigo, que no tardó en aparecer. El hombre avanzó al encuentro del dueño de casa con los brazos extendidos, pero este se limitó a preguntar:-Perdón señor, ¿nos conocemos?El hombre creyó que era una broma y rió forzadamente presionando al otro a servirle una copa. El resultado fue terrible: el dueño de casa llamó al mayordomo y le ordenó echar a la calle al extraño, que ante tal situación se descontroló y comenzó a gritar y a insultar, como avalando la violencia del fornido empleado que lo empujó a la calle….Camino a su casa, se cruzó con otros vecinos que lo ignoraron o actuaron con él como si fuera un extraño. Una idea se había apoderado del hombre: había una confabulación en su contra, y él había cometido una extraña falta hacia aquella sociedad, dado que ahora lo rechazaba tanto como algunas horas antes lo valoraba. No obstante, por más que pensaba, no podía recordar ningún hecho que pudiera haber sido tomado como ofensa y menos aun, alguno que involucrara a toda una ciudad. Durante dos días más, se quedó en casa esperando correspondencia que no llegó o la visita de alguno de sus amigos que, extrañado por su ausencia, tocara su puerta para saber de él; pero no hubo caso, nadie se acercó a su casa. La señora de la limpieza faltó sin aviso y el teléfono dejó de funcionar. Entonado por una copita de más, la quinta noche Sinclair se decidió a ir al bar donde se reunía siempre con sus amigos, para comentar las pavadas cotidianas. Apenas entró, los vio como siempre en la mesa del rincón que solían elegir. El gordo Hans contaba el mismo viejo chiste de siempre y todos lo festejaban como era costumbre. El hombre acercó una silla y se sentó. De inmediato se hizo un lapidario silencio, que marcaba la indeseabilidad del recién llegado. Sinclair no aguantó más:-¿Se puede saber qué les pasa a todos conmigo? Si hice algo que les molestó, díganmelo y se terminó, pero no me hagan esto que me vuelve loco…Los otros se miraron entre sí entre divertidos y fastidiados. Uno de ellos hizo girar su índice sobre su sien, diagnosticando al recién llegado. El hombre volvió a pedir una explicación, luego rogó por ella y por último, cayó al suelo implorando que le explicaran por qué le hacían eso a él. Sólo uno de ellos quiso dirigirle la palabra:-Señor: ninguno de nosotros lo conoce, así que nada nos hizo. De hecho, ni siquiera sabemos quién es usted…Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y salió del local, arrastrando su humanidad hasta su casa. Parecía que cada uno de sus pies pesaba una tonelada.Ya en su cuarto, se tiró en la cama. Sin saber cómo ni por qué, había pasado a ser un desconocido, un ausente. Ya no existía en las agendas de sus corresponsales ni en el recuerdo de sus conocidos y menos aún en el afecto de sus amigos. Como un martilleo aparecía un pensamiento en su mente, la pregunta que otros le hacían y que él mismo se empezaba a hacer: ¿Quién eres?¿Sabía él realmente contestar esta pregunta? Él sabía su nombre, su domicilio, el talle de su camisa, su número de documento y algunos otros datos que lo definían para los demás; pero fuera de eso: ¿Quién era, verdadera, interna y profundamente? Aquellos gustos y actitudes, aquellas inclinaciones e ideas, ¿eran suyos verdaderamente? ¿o eran como tantas otras cosas: un intento de no defraudar a otros que esperaban que él fuera el que había sido?Algo empezaba a estar claro: el ser un desconocido lo liberaba de tener que ser de una manera determinada. Fuera él como fuera, nada cambiaría en la respuesta de los demás. Por primera vez en muchos días, encontró algo que lo tranquilizó: esto lo colocaba en una situación tal, que podía actuar como se le ocurriera sin buscar ya la aprobación del mundo. Respiró hondo y sintió el aire como si fuera nuevo, entrando en los pulmones. Se dio cuenta de la sangre que fluía por su cuerpo, percibió el latido de su corazón y se sorprendió de que por primera vez NO TEMBLABA. Ahora que por fin sabía que estaba solo, que siempre lo había estado, ahora que sabía que sólo se tenía a sí mismo, ahora… podía reír o llorar… pero por él y no por otros.Ahora, por fin, lo sabía: SU PROPIA EXISTENCIA NO DEPENDÍA DE OTROS Había descubierto que le fue necesario estar solo para poder encontrarse consigo mismo…Se durmió tranquila y profundamente y tuvo hermosos sueños….
Despertó a las diez de la mañana, descubriendo que un rayo de sol entraba a esa hora por la ventana e iluminaba su cuarto en forma maravillosa. Sin bañarse, bajó las escaleras tarareando una canción que nunca había escuchado y encontró debajo de su puerta una enorme cantidad de cartas dirigidas a él.
La señora de la limpieza estaba en la cocina y lo saludó como si nada hubiera sucedido.Y por la noche en el bar, parecía que nadie había registrado aquella terrible noche de locura.Por lo menos, nadie se dignó a hacer algún comentario al respecto.Todo había vuelto a la normalidad…Salvo él, por suerte, él, que nunca más tendría que rogarle a otro que lo mirara para poder saberse… él, que nunca más tendría que pedirle al afuera que lo definiera… él, que nunca más sentiría miedo al rechazo…Todo era igual, salvo que ese hombre nunca más se olvidaría de quién era.-
Y este es tu cuento, Demián -siguió el gordo-. Cuando no tienes registro de tu dependencia frente a la mirada de los otros, vives temblando frente al posible abandono de los demás que, como todos, aprendiste a temer.Y el precio para no temer es acatar, es ser lo que los demás, “que tanto nos quieren”, nos presionan a ser, nos presionan a hacer y nos presionan a pensar. Si tienes “la suerte” del personaje de Papini y el mundo, en algún momento, te da la espalda, no tendrás más remedio que darte cuenta de lo estéril de tu lucha. Pero si no sucede así, si tienes la “desdicha” de ser aceptado y halagado, entonces… estás abandonado a tu propia conciencia de libertad, estás forzado a decidir: acatamiento o soledad; estás atrapado entre ser lo que debes ser o no ser nada para nadie..Y de allí en más…podrás ser, pero sólo, sólo y sólo para ti.
Jorge Bucay




9 comentarios:

  1. Te prometo que leo el cuento y te lo comento esta tarde, de verdad, pero es que se me queman los pimientos...
    Mientras tanto, en mi perfil, me niego a explicar como me veo, advirtiendo que eso que lo digan los demás. Lo hago porque sería un cínico, ¿cómo voy a decir que soy un maniático del orden en mi cocina?¿Cómo lo interpretan los demás? También me parecería exagerado decir 'sé perfectamente quien soy'.
    Soy, entre otras cosas, tremendamente cómodo, y quiero que mis defectos se manifiesten y me los cuenten; trataré de arreglarlo si lo considero oportuno.
    Bueno, voy a ver los pimientos... tengo que pelarlos y mira qué horas...

    Un besazo, mi psico.

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  2. Tito Carlos, lo importante no es ponerlo en tu perfil, sino saber responder-te ¿quién eres? es conectar con tu escencia, con tu ser desde lo más profundo, es ser por y para tí mismo.
    Si te fijas, yo por ejemplo en mi perfil digo "datos personales" no dice "yo soy:...." todo lo que dice en mi perfil es una parte de mi realidad, sólo una parte, yo soy más que eso.
    Un beso, te espero esta tarde a leer el cuento.

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  3. En resumen o eres tú mismo o no eres nadie. yo todavía no estoy seguro de ser realmente quien soy pero...estamos todos del todo seguros? Un bello cuento una preciosa reflexión y sigo dudando. Pero siento que si dejara de hacerlo sería un necio que creería saberlo todo y darlo todo por hecho. prefiero ser como soy, ser mi yo dubitativo pero feliz. Un saludo!

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  4. Moderato, se trata de preguntarse, y de responderse desde el aquí y ahora, probablemente tu respuesta a la misma pregunta, mañana sea otra, porque siempre algo va cambiando en uno, pero lo que cuenta es hoy, y lo más importante es eso que tú bien dices, ser tú mismo, asumirlo y ser tu mejor amigo.
    Gracias por la visita, un saludo

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  5. Soy un animal racional dentro de un sistema social predeterminado que impide casi todo libre albedrío. Pero sé que si quiero desarrollarme como individuo fuera de las pautas tengo que salir de ese sistema o intentar cambiarlo. Mientras viva siempre seré para mí o para todos. El protagonista del cuento llega a la conclusión de que la libertad del anonimato no conduce al "no ser" (que es la muerte) sino a disfrutar de tu propio ser.

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  6. Eso es Ulises, Sinclair, en el cuento, logra darse cuenta que no necesita depender de la mirada y el juicio de los otros para ser alguien en el mundo, aún sin ellos, él puede ser él mismo!!!
    Un saludo.

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  7. Por repetir un poco mi anterior comentario te diré que siempre me ha parecido curioso este hecho. No nos conocemos, pero a veces nos hacen test y contestamos. 'Extrovertido, punto A; Introvertido, punto B, Marque en la linea AB en que posición se encuentra'. Pensamos un poquito y marcamos. Creo, tu sabrás, que en psicología se estudia de eso de tratar de contestar lo que el otro espera oír. Así House dice que todos mienten, claro.
    El caso es que parece que sabiendo que los demás tendrán un concepto de mí, trato de manipularlo. Nos importa más el escaparate que lo de dentro, y eso para mirar a los demás, bien, es pasable, pero con uno mismo, creo que no.
    A la historia de Pappini (ya la había leído, je!) yo le pondría otro final mas real a mi modo de ver. Volver a empezar; cambiar de vivienda, de vecinos, de amigos, de compañeros, y hacer que el continente coincida con el contenido, que el escaparate sea real.
    Bueno ya está bien, esto parece MI post.

    Un beso, mi psico.

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  8. Pues fíjate Tito que yo veo muy bien este final del cuento, sencillamente porque cuando uno, sea mediante un profundo trabajo de autoconocimiento o por un instante de iluminación, consigue darse cuenta de quién es verdaderamente, sin importar lo que los demás esperen, cuando uno consigue la libertad de elegir cómo ser, siendo consciente tanto de su realidad interna (deseos, personalidad, etc) como de la externa, entonces, lo que cambia no es la gente que lo rodea, ni el bar, ni la señora que limpia la casa, ni las cartas que llegan, lo que cambia es el significado que le damos a todo eso...
    Ufff, esto dá para una laaarga charla!!!
    Un beso

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