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20/2/09

La Furia Y la Tristeza



En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde
los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas.
Había una vez... un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los
colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban
permanentemente...
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose
mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber por qué- se
baño rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua...
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así
que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar
donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin
conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al
desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de
la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia,
ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien,
encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del
disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.

10 comentarios:

  1. Es verdad, debemos hacer una doble visión cuando eso sucede. Siempre es mejor dejar salir a la tristeza para que no nos ciegue la furia. Un abrazo Mariana.

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  2. Lo malo es encontrarse a la tristeza, y cuando la estás animando, resulta ser la despiadada furia.
    Yo, en ambos casos, y en otros, me quedo quieto unos instantes, porque en corto espacio de tiempo, estas cosas se desenmascaran.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Cierto Andrea, si contenemos la tristeza, se podría convertir en furia.
    Cariños

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  5. Es verdad Tito Carlos, la prudencia siempre es una buena compañera.
    Un abrazo

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  6. Mariana...¿Estás entre mis seguidores? ¿Tú sabes lo que has hecho? jajaj. Pues lo correcto, ya que te he podido conocer y ver que tus dos blogs me interesan.

    Un abrazo.
    Muy instructivo este post de la furia y la tristeza. Te leo.

    Por cierto, una vez hice unos cursos basados en Gestalt y fueron muy buenos.

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  7. Hola Yuria, gracias por visitarme tu también, tu blog me parece muy bueno, me gustó mucho y te seguiré visitando.
    Cariños

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  8. Hola Mariana, he pasado a conocer tu blog y me parece muy interesante, esta entrada esta buenísima. La furia nos hace ciegos y sordos y nos llena de resentimientos y odios, todo ello bloque el desarrollo del amor; y la tristeza es un muro en el jardin del amor.
    Te invito a conocer mi blog.
    Un abrazo

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  9. Hola Belkis, gracias por tu visita y por tus reflexiones, con gusto pasaré por tu blog
    Un beso

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  10. También hay furia sin disfraces, rabia acumulada penosamente, que llegado un momento estalla sin control.

    La rabia sirve a la vida, por algo es instintiva. El problema es la acumulación. Eso la hace destructiva.
    Creo.

    Salud.

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